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LA SORPRESA DE TOULON
Corrían los primeros días de mayo del 96. Desde hacía bastante tiempo me entrenaba mucho más con las selecciones juveniles que conducía José Pekerman que con la Octava de Argentinos Juniors. En esos momentos, Pekerman estaba trabajando con el grupo del Sub 20, que un año atrás había salido campeón del Mundo en el Mundial de la categoría en Qatar, luego de ganarle la final a Brasil. Y el técnico nos hacía entrenar a los Sub 17 con ellos para que aprovecháramos su experiencia. Eso era algo normal, pero habría una sorpresa... Cuando Pekerman dio la lista para el Mundialito Sub 21 de Toulón que comenzaba a mediados de mayo, algunos clubes se negaron a ceder a sus jugadores porque ya eran titulares en Primera. Entonces, el entrenador decidió completar la lista de los que irían a Francia con tres chicos de el Sub 17 que él ya conocía bien. Y se decidió por Pablo Aimar, por Sixto Peralta y por mí. Me acuerdo que ninguno de los tres lo podíamos creer, ya que íbamos a compartir un viaje con los campeones del mundo. Antes de partir hacia Francia, Pekerman nos explicó que nos llevaba para que ganáramos experiencia estando con ese grupo de jugadores que a mí me llevaban seis años, ya que todos tenían 21 y yo, 15. Estaba contentísimo con la posibilidad, pero tenía muy claro que poder jugar aunque sea un ratito iba a ser una utopía. Pero lo último que se pierde es la esperanza, ¿no? Fueron pasando los partidos, y lo máximo que hacía era realizar el precalentamiento. Me moría de ganas de entrar y de tirar una pared, por ejemplo, con Leonardo Biagini, a quien conocí en ese viaje y después nos hicimos muy amigos cuando los dos vivimos en España. Y parecía que eso no iba a pasar porque era lógico que los que tenían que jugar eran los campeones del mundo. Pero llegó el partido por el tercer puesto contra Colombia y Pekerman me dijo que iba a jugar como titular. Yo no lo podía creer, y la verdad es que estuve muy ansioso las horas previas al partido. El encuentro era tranquilo, ya que los dos equipos venían de perder la chance de jugar la final, pero los colombianos se ocuparon de calentarlo. A cada rato, en cada jugada que podían nos cargaban por el 5 a 0 de la Selección mayor de Colombia a la Argentina, en las Eliminatorias previas al Mundial del 94. Entonces el partido comenzó a cambiar de rumbo y en cada pelota nos jugábamos la vida. De ser un partido para cumplir la agenda del torneo, se convirtió en una final. Todos ponían todo y yo no me achique aunque fuera el más joven de los 22 jugadores. Quería demostrar que podía aportar lo mío. Y las cosas me salieron bien. En el primer tiempo jugué de volante por la izquierda; en cambio, en el segundo tiempo, Pekerman me pidió que jugara de cinco --el puesto que más me gusta-- y las cosas ahí me salieron realmente mucho mejor. Intenté darle un destino seguro a la pelota, marcar y también ayudar en la creación. Y las cosas anduvieron casi a la perfección: hasta le di el pase de gol a Leonardo Biagini en el segundo tanto del partido. Es más, con ese gol ganamos por 2 a 1 y conseguimos el tercer puesto de ese destacado torneo. No había tomado conciencia de lo bien que había jugado hasta que llegué a Buenos Aires. Me acuerdo que se comentaba en la concentración en Francia que había muchísimos empresarios y varios enviados de los clubes más importantes de Europa observando jugadores argentinos, pero la verdad es que nunca pensé que se iban a fijar en mí. Pero apenas bajé en el aeropuerto de Ezeiza, me encaró una periodista y me preguntó: "¿Sabés que te quiere el Real Madrid?". Primero me asombré por la pregunta y por la grandeza del club, y después le contesté que no, pensando lógicamente que era una cargada. Esto mismo se lo cuento a mi papá cuando me subo al coche, y él se ríe. "Sí, no es mentira. Me llamaron porque te estuvieron viendo y te quieren llevar", me dijo. Yo no lo podía creer. Me parecía imposible que un club de ésos se fijara en mí, que apenas tenía 15 años. Lo cierto es que ellos me observaron en el partido con Colombia y les encantó mi juego, y llamaron a mi casa. Pero eso ya es parte del capítulo que viene. Lo que está claro es que el Mundialito de Toulón Sub 21, en el que apenas jugué un partido, me marcó para siempre. Por lo del Real Madrid, por haber jugado con los chicos campeones del mundo y por esa experiencia fantástica que viví apenas con 15 años.