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MI SEGUNDO SUB 20
El hecho de haber jugado un Mundial Sub 20 en 1997 con sólo 16 años, me dio la posibilidad de ser convocado para vivir otro proceso con la misma categoría en 1999. Esta vez las competiciones oficiales eran el Sudamericano en nuestro país, más precisamente en Mar del Palta, que otorgaba la clasificación para el Mundial de Nigeria. Tuve la oportunidad de estar presente y ser el capitán del equipo en ambos campeonatos, y las sensaciones fueron absolutamente diferentes. De la felicidad total de Mar del Plata a una de las tristezas más grandes en Nigeria. Paso a contarles un poco más al detalle. Por un estricto orden cronológico empezaré con el Sudamericano, un torneo que empezó levantando muchas expectativas en la gente ya que la totalidad de los integrantes de nuestra Selección estábamos jugando en Primera División, por lo tanto era un juvenil diferente. Para quien no recuerda, le menciono que en ese equipo estaban Aimar, Galletti, Milito, Duscher, Mumo Peralta y Rolfi Montenegro, entre otros. A todo esto se le sumaba que en el anterior mundial habíamos sido campeones, es decir que la gente esperaba que los partidos fueran todos fáciles y goleando jornada tras jornada. Nosotros, en cambio, sabíamos que no sería así. El formato del torneo era el habitual: dos grupos de cinco equipos, y clasificaban a la siguiente ronda los tres mejores de cada grupo. Esos seis clasificados jugaban todos contra todos para definir el campeón y los otros tres clasificados al Mundial. La primera zona la pasamos sin sobresaltos, pero sin dar el espectáculo que la gente seguramente esperaba ver, no sufrimos demasiado aunque quedó muy claro que no era tan grande la diferencia entre nosotros y las otras selecciones. Después, ya en la fase final, tuvimos picos de un gran rendimiento, como el partido contra Brasil. Un encuentro que nos dio la posibilidad de jugar con el estadio repleto y vivir una gran fiesta en la cancha luego de haber consumado el triunfo. Impresionante. La gente no se iba más a sus casas, quería festejar allí hasta cualquier hora. Pero nosotros éramos concientes de que ese no era el final, debíamos descansar para seguir en busca del titulo. Y así fue, llegó el último partido con Paraguay en el cual nos consagramos campeones sudamericanos por segunda vez consecutiva, sólo que, a diferencia del anterior torneo, esta vez quien debía recibir el trofeo era yo. Fue un momento mágico, mientras levantaba la copa podía ver a toda mi familia en la tribuna disfrutando junto a mí. Se sumaban muchas sensaciones: ganar un campeonato en mi país y la posibilidad de lograrlo delante de nuestros seres más queridos. Todo esto hace que recuerde con gran cariño ese torneo. Nunca hubiera pensado que jugaría tres mundiales juveniles, pero así fue. Unos meses más tarde llegaba el campeonato de Nigeria, y la posibilidad de revalidar todo lo hecho por las selecciones precedentes en Qatar y Malasia. La idea de ser Tricampeones del Mundo rondaba en la cabeza de todos nosotros, pero lamentablemente nada se dio como deseábamos. La infraestructura del lugar no hacía pensar que eso que estábamos jugando era un Mundial, pero nosotros tratamos de concentrarnos en el objetivo que perseguíamos. La cosa no empezó muy bien. En el debut perdimos con Ghana, después le ganamos el segundo partido a Kazajstán uno a cero con un gol mío, y en el último partido del grupo empatamos en cero con Croacia y logramos la clasificación. Al no terminar primeros en el grupo nos tocó mudarnos a otra ciudad para jugar los octavos de final. El programa del Mundial hizo que nos tuviéramos que cruzar en esa instancia con México, que era un equipo en pleno crecimiento y al cual debíamos respetar mucho. Arrancamos ganando con un gol de Galletti, pero en el segundo tiempo todo cambio y terminamos perdiendo por cuatro goles a uno. Era el final de una ilusión. Todo duró menos de lo que esperábamos, pero de las derrotas también se aprende y más aún en etapa de juveniles. Se terminaba un nuevo ciclo en juveniles, con el sabor agridulce de haber ganado en casa un Sudamericano, pero también haber quedado fuera en octavos de final en el Mundial. En el balance, fue otra etapa muy buena, y encima con el valor adjunto de haber llevado en mi brazo la cinta de capitán de la Selección Argentina. Ahora sí, ya no quedaban mas selecciones Sub 20 para mí. Y el saldo fue muy, pero muy positivo.